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martes, 26 de enero de 2016

ALGUIEN TE LLAMA de Renate MÖRDER.

Bebe un trago más de whisky. Está un poco mareado pero no tanto como para no escuchar, como para no entender que lo habían llamado Norma. Lo había oído fuerte y claro. Baja la velocidad de pronto, el conductor del auto que viene detrás de él lo rebasa y lo insulta. Luis mira por el espejo retrovisor pero no ve a nadie. «Noorrrmita» escucha esta vez y se estremece, hace quince años que nadie lo llama de esa manera. 

Los recuerdos, como niebla, le empañan los ojos. Luis se había escapado de su casa cuando tenía catorce años, se había enamorado locamente de un brasilero que lo desvirgó y lo abandonó, y con tal de no volver a soportar a su familia, había ido a parar a un burdel que estaba cerca del puerto. Ahí nació Norma, por Marilyn, porque con el cabello teñido de rubio platino y el maquillaje apropiado se parecía mucho a ella. Era la travesti más linda y despertaba furor entre los marineros que llegaban para desahogarse después de meses en altamar.  «Normita» oye de nuevo y frena.  Vuelve a beber y se pregunta qué hubiera pasado si con el dinero que ganó ese año hubiera llegado a Europa para operarse, para convertirse en una mujer plena.

Había comenzado a llover. Las gotas que pegan contra el parabrisas más las lágrimas que brotan de sus ojos le dan una visibilidad muy pobre. Se siente desnudo, tan desnudo como aquella noche en que hubo razzia y la policía se lo llevó “Por menor y por puto”. El comisario le había arrebatado su documento de identidad. «¿Vos no serás pariente del General Valdez, no?» Lo era, uno de los secretarios de su tío lo sacó de la cárcel a escondidas y lo trasladó al cuartel. Lo golpearon hasta cansarse, le afeitaron la cabellera rubia, lo encarcelaron y, después de un mes de confinamiento, lo llevaron al despacho de su tío: «Espero que te haya servido de escarmiento, no te mato porque adoro a tu santa madre». No le dio oportunidad de contestarle, llamó a su secretario «Llevalo adonde acordamos, si se aparta del camino de nuevo, no me pregunten, directamente péguenle un balazo». Así llegó al seminario, así “se curó” y se convirtió en lo que siempre debió ser: el padre Luis, orgullo para su familia, párroco ejemplar de conducta intachable. 

Toma otro trago. “El padre Luis tiene que llegar a misa” piensa en voz alta, mientras arranca su auto de nuevo. Una motocicleta que va a toda velocidad pasa a su lado. Llegan a un paso a nivel y ambos vehículos se detienen frente a la barrera baja. El motociclista mira el tren y Luis mira al motociclista, está empapado y es joven y apuesto. De pronto oye de nuevo la voz  «Nor-ma,  Nor-mii-ta». La barrera se levanta y el muchacho sigue su marcha. Luis va tras él, acelera. «Es ese mocoso, sabe mi secreto, conoce a Norma, tengo que decirle que está muerta». Bebe más whisky, ve las rayas del camino onduladas  y a la moto como una bola de pinball que se desliza de un lado a otro del camino. Luis le hace juegos de luces para que se detenga, tiene que hablar con él, tiene que decirle, pero el muchacho en lugar de parar, se aparta. El cura pierde el control del auto, choca contra la moto, su conductor vuela por el aire y aterriza sobre el asfalto como un barrilete roto. El padre Luis no lo socorre, acelera, huye del lugar y de las voces, que ahora son ensordecedoras y no paran de llamar a Norma. 



LA NOTICIA
09/01/2016
Costa Rica: Cura de Alajuela atropella a motociclista y huye.



7 comentarios:

  1. ¡Hola, Renate! Muy interesante el cuento "inspirado en hechos reales" podríamos decir... Buena selección musical... Un abrazo!

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    Respuestas
    1. Baltazar, muchas gracias por venir a mi casa. Un abrazo!!

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  2. Una historia inquietante que conduce a un terrible hecho final.
    Un abrazo, Renate

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  3. Ángel, gracias por leer y comentar, un abrazo!!

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  4. Muy bueno. Un acierto la música. Enhorabuena.

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